En el momento en que pudimos viajar, decidí una cosa: evitar los momentos planificados y abrazar los momentos espontáneos. Porque #yolo y yo nunca volveremos a recorrer el mismo camino.
En un viaje reciente a la capital de España, Madrid, me senté junto a madrileños -como se les llama a los residentes de la ciudad- plantando semillas de lechuga en “Esta es una plaza”, un terreno abandonado transformado en un espacio comunitario en 2008 y una de las paradas en una gira de arte callejero. Cool Tours España Guía Gerardo en el distrito de Lavapiés. Anteriormente, recorrimos el vecindario multicultural (aquí viven 57 nacionalidades) y observamos el arte del grafiti, desde creaciones audazmente coloridas estampadas en los frentes de las tiendas hasta mosaicos atrevidos ingeniosamente pintados en los costados. Edificios. Cada pieza fue una declaración de los cambios sociales y económicos del progreso y un recordatorio de la camaradería entre las empresas y los ciudadanos de la zona.
En el jardín comunitario, familias jóvenes donde los niños coloreaban, leían y corrían, y jóvenes charlando en un anfiteatro. Entre los felices dedos verdes que me invitaron a unirme a ellos estaba una amigable pelirroja que había visto antes en una panadería de la esquina. Ella estaba interesada en conversar conmigo y saber de dónde era. Fue difícil encontrar las palabras adecuadas, pero al no darnos cuenta de su sinceridad, nos reímos juntos. Gerardo señaló: “Es difícil encontrar estos espacios sociales en el medio de la ciudad, pero son excelentes maneras de unir a las personas y apoyarse mutuamente”.
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